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LASAGNA DE ESPINACAS

Martina Ávila

LASAGNA DE ESPINACAS: Tu receta deseada

¿Por qué esta LASAGNA será tu favorita?

Los domingos en casa siempre huelen a algo especial, ¿verdad? Y muchas veces, ese aroma que inunda cada rincón es el de mi lasagna de espinacas. Es una receta que me acompaña desde hace años, una de esas que he ido perfeccionando con cariño, casi como si fuera un diario de sabores. Cuando la preparo, no solo pienso en los ingredientes, sino en el calor de la gente sentada alrededor de la mesa, compartiendo risas y un buen plato.

Es verdad que a veces me enredo un poco con la bechamel o el punto exacto de la pasta, pero con esta versión de lasagna de espinacas, te aseguro que todo fluye. He descubierto que la clave está en el equilibrio: ni muy ligera, ni demasiado pesada, con un sabor que reconforta y que te hace querer repetir. Cada vez que la sirvo, veo esa chispa de satisfacción en los ojos de mis invitados, y eso, para mí, es la mejor recompensa.

Sabores auténticos en cada bocado de LASAGNA

Lo que más me gusta de esta lasagna de espinacas es que cada bocado te cuenta una historia. La acidez justa del tomate, la cremosidad de la espinaca y el ricotta, el toque salado y fundente de los quesos… ¡es una sinfonía! Al principio, buscaba la receta perfecta, la “ideal”, pero con el tiempo he aprendido que la perfección está en lo auténtico, en adaptar los sabores a lo que de verdad nos hace felices.

Es ese sabor casero, ese “a fuego lento” que no se compra en ningún sitio. Siempre he creído que la cocina es un acto de amor, y cuando pones corazón en cada paso, el resultado se nota. Esta lasagna es prueba de ello, un abrazo calentito en forma de plato que te dejará el alma contenta y el estómago feliz.

Ingredientes esenciales para tu LASAGNA DE ESPINACAS

Lista completa para la LASAGNA perfecta

Cuando voy a comprar los ingredientes para esta lasagna de espinacas, siempre me aseguro de que sean de buena calidad, sobre todo el aceite de oliva, que es la base de todo. No es lo mismo usar cualquier tomate que uno bueno, con sabor a sol. Te dejo aquí lo que yo uso habitualmente para que te sirva de guía, pero no te olvides de adaptarlo a tus preferencias.

  • 12 láminas de pasta para lasagna (sin cocción previa, si es posible)
  • 500 g de espinacas frescas (o 300 g congeladas)
  • 500 g de queso ricotta
  • 250 g de queso mozzarella rallado (más un poco extra para gratinar)
  • 100 g de queso parmesano rallado
  • 1 huevo grande (opcional, para el relleno)
  • Aceite de oliva virgen extra
  • 1 cebolla mediana
  • 2 dientes de ajo
  • 800 g de tomate triturado o passata de tomate
  • Orégano seco, al gusto
  • Nuez moscada, una pizca
  • Sal y pimienta negra recién molida

Quesos y espinacas, el corazón del plato

Para mí, la combinación de quesos es vital. El ricotta le da esa cremosidad tan particular y un toque suave, la mozzarella se funde y crea unas hebras maravillosas, y el parmesano le aporta ese punto umami y salado que eleva el plato. Si me apuras, diría que el queso es el alma de esta lasagna, y las espinacas, su corazón verde y saludable.

Siempre intento usar espinacas frescas porque me encanta su textura y su sabor más intenso, pero si no tienes, las congeladas van genial. Solo asegúrate de escurrirlas muy bien para que no agüen el relleno. Una vez, por las prisas, no las escurrí lo suficiente, y el relleno quedó un poco flojo. ¡Aprendí la lección!

Prepara el delicioso relleno de espinacas

Cómo cocer las espinacas al punto justo

Cocer las espinacas es de los primeros pasos que doy. Si son frescas, las escaldo en agua hirviendo con un pellizco de sal durante un par de minutos, hasta que estén tiernas pero aún conserven su color vibrante. Si usas las congeladas, síguelas las instrucciones del paquete para descongelarlas y cocerlas. El paso más importante, y lo repito porque de verdad marca la diferencia, es escurrirlas a conciencia.

Puedes usar un colador y apretarlas con una cuchara o incluso con las manos limpias una vez que se hayan enfriado un poco. La idea es que no tengan ni una gota de agua de más. Luego, las pico finitas, que así se integran mejor en la mezcla y cada bocado tiene una textura uniforme y deliciosa.

La mezcla cremosa de ricotta y condimentos

Ahora viene la magia de la cremosidad. En un bol grande, mezclo las espinacas ya escurridas y picadas con el queso ricotta. Si quieres un extra de untuosidad, puedes añadir el huevo en este punto, aunque es totalmente opcional. Luego, añado una pizca generosa de nuez moscada, que le da un aroma increíble, sal y pimienta negra al gusto. Remuevo con suavidad hasta que todos los ingredientes estén bien integrados y parezca una nube verde.

Esta mezcla es el alma de nuestra lasagna de espinacas, así que tómate tu tiempo para que quede perfecta. Recuerdo que al principio, dudaba con las cantidades, pero con la práctica aprendí que esta proporción de espinacas y ricotta es ideal para que el sabor sea equilibrado y el plato no resulte pesado.

Cocina la salsa de tomate para la LASAGNA

Sofríe cebolla y ajo para la base

Para mí, una buena salsa de tomate es el secreto de cualquier plato italiano que se precie. Empiezo siempre con el sofrito. En una sartén amplia, pongo un buen chorro de aceite de oliva virgen extra y, cuando está caliente, añado la cebolla picada muy finita. La dejo pochar a fuego medio hasta que esté transparente y dulce, sin que se dore demasiado. Este es un paso crucial, porque si la cebolla no está bien pochada, la salsa no tendrá ese sabor de fondo tan rico.

Después, incorporo los dientes de ajo también muy picados. Siempre los añado un poco más tarde que la cebolla para que no se quemen, que el ajo quemado amarga mucho y puede arruinar todo el trabajo. Los cocino solo un minuto, hasta que desprenden su aroma, y entonces ya estoy lista para añadir el tomate.

Dale sabor a tu salsa de tomate casera

Cuando la base está lista, vierto el tomate triturado o la passata en la sartén. Remuevo bien para que se mezclen todos los sabores del sofrito. En este punto, me gusta añadir una cucharadita de orégano seco, sal y un poco de pimienta. Hay quien le pone una pizca de azúcar para contrarrestar la acidez del tomate, pero a mí me gusta más dejarlo cocer a fuego lento durante al menos 20-30 minutos, removiendo de vez en cuando.

La cocción lenta es clave para que los sabores se asienten y la salsa espese un poco, tomando cuerpo. A veces, si tengo un poco de prisa, he acortado el tiempo, pero la verdad es que se nota. Si la dejas a fuego suave, con la cazuela medio tapada, verás cómo el sabor se intensifica y se vuelve más redondo. Es un buen momento para preparar unos panecillos caseros tiernos para acompañar.

Montaje de la LASAGNA DE ESPINACAS: Capas perfectas

Guía para alternar ingredientes fácilmente

Llegamos al momento de la verdad, el montaje de la lasagna. Me encanta esta parte porque es cuando todo empieza a tomar forma. Necesitarás una fuente para horno, de tamaño mediano o grande. Siempre pongo una fina capa de salsa de tomate en el fondo para que la primera capa de pasta no se pegue y para que se hidrate bien desde el principio. Luego, extiendo las láminas de pasta, cubriendo todo el fondo.

Sobre la pasta, distribuyo generosamente una capa de la mezcla de espinacas y ricotta, extendiéndola suavemente. Intenta que la capa sea uniforme para que cada porción tenga un poco de todo. Luego, una capa de salsa de tomate de nuevo. Es como construir un pequeño edificio de sabor, capa a capa.

Distribuye la mozzarella en cada capa de LASAGNA

Una vez que he puesto la capa de salsa, es el turno de la mozzarella rallada. A mí me gusta ser generosa con la mozzarella en cada capa porque es la que le da esa textura fundente y esas hebras tan apetitosas cuando la cortas. Luego, repito todo el proceso: pasta, espinacas-ricotta, salsa y mozzarella. Suelo hacer tres o cuatro capas, dependiendo de lo alta que quiera que quede mi lasagna.

En la última capa, después de la pasta y un poco de salsa, me aseguro de poner bastante mozzarella y espolvorear el queso parmesano rallado. Así, cuando se hornee, conseguirá ese gratinado dorado y crujiente tan irresistible. Recuerdo que una vez me quedé corta de mozzarella en la última capa y no quedó tan bonita… desde entonces, ¡siempre tengo un poco extra!

Hornea y disfruta tu LASAGNA DE ESPINACAS

Temperatura y tiempo para un dorado ideal

Con la lasagna ya montada, el horno es el protagonista. Precaliento el horno a 180°C (con calor arriba y abajo). Cubro la fuente con papel de aluminio durante los primeros 20-25 minutos. Esto ayuda a que la pasta se cueza bien al vapor y los quesos se fundan sin que la superficie se queme. Es un truco que aprendí de mi madre y que me ha salvado muchas veces de una lasagna seca.

Pasado ese tiempo, retiro el papel de aluminio y dejo que se hornee otros 10-15 minutos más, o hasta que la parte superior esté bien doradita y burbujeante. Cada horno es un mundo, así que es bueno que estés atenta para ver cómo va cogiendo ese color tan apetecible.

Deja reposar antes de servir la LASAGNA

Sé que es difícil, ¡la tentación es enorme! Pero por favor, cuando saques la lasagna de espinacas del horno, resístete a cortarla de inmediato. Déjala reposar al menos 10-15 minutos sobre una rejilla. Este tiempo es crucial para que los jugos se asienten, la estructura se estabilice y la lasagna no se desmorone al cortarla.

Si te precipitas, es probable que al servirla se desarme y no se vean esas capas tan bonitas que tanto nos ha costado montar. Mientras reposa, el aroma que desprende es una delicia y un preludio perfecto para el festín que se avecina. Es un momento de calma antes de disfrutar de este plato reconfortante.

Tiempos de tu LASAGNA DE ESPINACAS

Prepara en 25 minutos, hornea en 30

Si eres como yo y te gusta organizarte, te cuento mis tiempos. La preparación activa, es decir, el picar, cocer espinacas, hacer el sofrito y montar las capas, me suele llevar unos 25 minutos. Al principio tardaba casi una hora, pero con la práctica y sabiendo qué hacer en cada momento, he optimizado bastante. Mientras la cebolla se pocha, puedes ir mezclando el ricotta con las espinacas, por ejemplo.

Luego, el tiempo de horneado es de unos 30-40 minutos, contando los primeros minutos cubierta y los finales para gratinar. Así que, en menos de una hora y media, podrías tener esta deliciosa lasagna de espinacas lista para disfrutar en familia o con amigos.

El tiempo total de tu receta sabrosa

Sumando el tiempo de preparación y el de horneado, estamos hablando de que en aproximadamente 60-70 minutos (sin contar el reposo), tendrás un plato estrella en tu mesa. Es un tiempo muy razonable para una comida tan completa y sabrosa. Es de esas recetas que, una vez que le pillas el truco, se convierten en un comodín para cualquier ocasión, desde un almuerzo tranquilo de fin de semana hasta una cena con invitados.

Piensa que el reposo también es parte de la experiencia, ¡no te lo saltes! Es un momento para respirar, preparar la mesa y disfrutar de la expectativa. Así, cada vez que la preparo, recuerdo por qué cocinar me calma tanto y me da tanta alegría.

Variaciones y consejos para tu LASAGNA

Ideas para personalizar tu LASAGNA única

La cocina es un laboratorio, y esta lasagna de espinacas te permite muchas licencias. Si te apetece un toque más potente, puedes añadir un poco de bechamel ligera entre las capas, aunque a mí me gusta esta versión más sencilla y ligera con el ricotta. Otro día, si tienes alguna verdura extra en la nevera, puedes añadirla.

Por ejemplo, unos champiñones salteados o incluso un poco de calabaza asada, ¡le dan un giro delicioso! No tengas miedo de experimentar, al final, la mejor receta es la que se adapta a tu gusto y a lo que tienes a mano. Una vez, por probar, añadí un poco de nuez moscada también a la salsa de tomate, y le dio un puntito inesperado que me encantó. Para otras ideas, siempre echo un vistazo a las recetas de almuerzo de DailyRecetas.

Adapta la LASAGNA con otras verduras

Si las espinacas no son tus favoritas o simplemente quieres variar, esta misma receta se puede adaptar con otras verduras. Prueba a hacerla con calabacín rallado y escurrido, o con brócoli cocido y picado. Incluso unos pimientos asados y troceados podrían funcionar maravillosamente. Lo importante es que la verdura que elijas esté bien escurrida y no suelte demasiada agua durante la cocción.

Si te gusta el toque picante, puedes añadir una pizca de guindilla seca al sofrito de la salsa de tomate. Eso sí, con moderación, que no queremos que eclipse el sabor de la espinaca. El mundo de las tortitas de verduras también ofrece mucha inspiración.

Información nutricional de la LASAGNA

Valores aproximados por cada porción

Aquí te dejo una estimación de los valores nutricionales por porción de esta lasagna de espinacas. Ten en cuenta que son cifras aproximadas y pueden variar según los ingredientes exactos que uses, las marcas y el tamaño de las porciones. Una ración de este plato suele ser bastante completa y reconfortante.

Recuerda que estas cifras son solo una guía. Lo más importante es disfrutar de la comida y de los momentos que compartes alrededor de ella. No se trata solo de números, sino de ingredientes frescos y el amor con el que preparas cada plato.

Consideraciones sobre los datos nutricionales

Estos datos son orientativos. La cantidad de queso, el tipo de pasta y el aceite de oliva influyen directamente. Lo bonito de cocinar en casa es que tú tienes el control absoluto de lo que comes. Si quieres una versión un poco más ligera, puedes reducir la cantidad de mozzarella en alguna capa o usar espinacas con menos aceite en el sofrito inicial.

Personalmente, no me obsesiono con las cifras exactas. Prefiero centrarme en usar buenos ingredientes, cocinar con cariño y disfrutar de cada bocado. La comida debe ser una fuente de alegría y bienestar, no de estrés.

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