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Lasaña atún y calabacín

Martina Ávila

Descubre la Lasaña atún y calabacín

Una receta saludable y deliciosa

¡Hola, familia de DailyRecetas! Hoy os traigo una de esas recetas que te alegran el día solo de pensar en ella. Si pensáis en lasaña, seguro que os viene a la mente esa capa de pasta y bechamel, ¿verdad? Pues dejadme deciros que esta versión con atún y calabacín es una maravilla ligera que no tiene nada que envidiarle a la original. Es un plato completo, sano y con un sabor que te conquista desde el primer bocado.

Yo la descubrí un día que quería hacer lasaña, pero la pasta se había agotado en la nevera, ¡un desastre! Así que me puse a improvisar con los calabacines que tenía y, ¡voilà!, nació esta maravilla. Es ideal para esos días en los que nos apetece algo reconfortante pero sin sentirnos pesados. Además, se prepara en un pispás, así que es perfecta para cuando llegamos con prisas.

Perfecta para cualquier ocasión

Lo que más me gusta de esta lasaña es que es un comodín en mi cocina. Lo mismo la preparo para una cena entre semana, que la convierto en el plato estrella de una comida familiar el domingo. Es de esas recetas que siempre triunfan porque gustan a todo el mundo, incluso a los más reticentes a las verduras. La combinación del atún, el tomate y ese toque suave del calabacín es simplemente irresistible.

Y sí, tengo que confesar que la primera vez que la hice, mi hermano Miguel, el más tradicional con la comida, puso cara de “qué es esto, Martina”. Pero al probarla, ¡le encantó! Desde entonces, me pide que la prepare a menudo. Es una alegría ver cómo un plato tan sencillo puede sorprender y dejar un recuerdo tan bonito.

¿Por qué elegir Lasaña sin pasta?

Beneficios de cocinar con calabacín

Cuando optamos por el calabacín en lugar de la pasta, estamos abriendo un mundo de beneficios para nuestra salud. Este vegetal tan versátil es bajo en calorías y rico en agua, lo que nos ayuda a mantenernos hidratados. Además, es una fuente excelente de vitaminas y minerales, como la vitamina C y el potasio, que son fundamentales para que nuestro cuerpo funcione a la perfección.

A mí me encanta el calabacín porque es muy agradecido en la cocina. Absorbe los sabores que le pongas y aporta una textura suave y jugosa a los platos. Si sois como yo y a veces os cuesta incluir más verduras en vuestro menú, esta lasaña es una forma divertida y deliciosa de hacerlo. ¡Es un truco infalible para comer más sano sin apenas darte cuenta!

Ligera, nutritiva y llena de sabor

Esta lasaña de atún y calabacín es la prueba de que se puede comer ligero y disfrutar al máximo. Al no llevar pasta, reducimos bastante las calorías y los carbohidratos, lo que es genial si estamos cuidando la línea o simplemente queremos sentirnos más ligeros después de comer. Pero que sea ligera no significa que renuncie al sabor, ¡ni mucho menos!

El atún le da un toque proteico y umami que combina a la perfección con la frescura del calabacín y el dulzor del tomate. Cada capa es una explosión de sabor que te dejará satisfecho y feliz, sin esa sensación de pesadez que a veces acompaña a las lasañas más tradicionales. Es una opción nutritiva y equilibrada para cualquier momento del día.

Ingredientes básicos para tu Lasaña

La lista completa que necesitas

Para esta lasaña, no necesitamos ir a buscar ingredientes extraños. De hecho, es muy probable que la mayoría ya los tengáis en la nevera o la despensa. La base es sencilla pero potentísima en sabor, y eso es lo que la hace tan especial. Veréis qué fácil es conseguir un plato de diez con cosas tan de andar por casa.

  • 3-4 calabacines grandes
  • 2 latas de atún en aceite de oliva (bien escurrido)
  • 1 cebolla mediana
  • 2 dientes de ajo
  • 400 gramos de tomate triturado (o tomate natural rallado)
  • 100 ml de nata para cocinar (o leche evaporada)
  • 100 gramos de queso rallado (mozzarella, emmental, o vuestro favorito para gratinar)
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Sal y pimienta negra recién molida
  • Una pizca de orégano (fresco o seco)

Claves para seleccionar buenos productos

Como siempre os digo, la calidad de los ingredientes es fundamental para que una receta brille. Para los calabacines, buscad que estén firmes, con la piel brillante y sin manchas. Si son de tamaño mediano, son más fáciles de cortar en láminas. El atún, a mí me gusta usarlo en aceite de oliva, y siempre lo escurro muy bien para que no aporte demasiado líquido al plato.

En cuanto al tomate, si tenéis tiempo de rallar unos tomates frescos de temporada, ¡mucho mejor! El sabor es incomparable. Pero si vais con prisa, un buen tomate triturado en conserva también funciona de maravilla. Y el queso, el que más os guste para gratinar. Yo a veces mezclo mozzarella con un poco de parmesano para darle un puntito extra de sabor, ¡queda divino!

Pasos previos: preparar la Lasaña

Calabacines listos para el montaje

El primer paso es preparar nuestros “sustitutos” de la pasta: los calabacines. Lavadlos bien y cortadlos a lo largo en láminas finas, de unos 3 o 4 milímetros de grosor. Podéis usar una mandolina si la tenéis, os ahorrará tiempo y os asegurará un grosor uniforme. Si no, un buen cuchillo también hace el trabajo, solo hay que tener un poquito de pulso.

Una vez cortados, a mí me gusta pasarles un poco por la sartén o el horno antes de montar la lasaña. Así sueltan el exceso de agua y quedan más tiernos. Podéis untarlos con un poco de aceite de oliva y un pellizco de sal, y pasarlos por una sartén bien caliente un par de minutos por cada lado, o al horno a 180 grados hasta que estén blanditos, unos 10-15 minutos. Este paso marca la diferencia, ¡os lo aseguro!

El sofrito de tomate, cebolla

Mientras los calabacines se ablandan, vamos con el corazón de nuestra lasaña: el sofrito. En una cazuela, poned un buen chorro de aceite de oliva y, cuando esté caliente, añadid la cebolla y el ajo, todo bien picadito. Sofreíd a fuego medio-bajo hasta que la cebolla esté transparente y suavecita, unos 8-10 minutos. Este es el momento de disfrutar de ese aroma tan hogareño que empieza a invadir la cocina.

Cuando el sofrito esté en su punto, incorporad el tomate triturado, un poco de sal, pimienta y el orégano. Dejad que burbujee a fuego lento durante unos 15-20 minutos, para que se concentren los sabores y el tomate pierda su acidez. Al final, añadid la nata o la leche evaporada, removed y dejad que espese un poco más. Este sofrito es la base de todo, ¡no os lo saltéis!

Montaje final de tu Lasaña atún

Cómo formar las capas perfectas

¡Y ahora viene lo divertido, el montaje! Necesitaréis una fuente apta para horno. A mí me gusta untarla con un poquito de aceite o mantequilla en la base para que no se pegue. Pensad en esto como si fuera un puzle delicioso; cada pieza tiene su lugar para crear una armonía de sabor y textura. Es como pintar un cuadro, pero comestible.

Empezaremos con una fina capa del sofrito de tomate en el fondo de la fuente. Esto ayuda a que la base no se seque y le da un buen agarre a la primera capa de calabacín. Aseguraos de que la capa de tomate sea uniforme para que cada bocado tenga su puntito jugoso.

El orden de los ingredientes

Una vez tengamos la base de sofrito, el orden es el siguiente:

  1. Una capa de láminas de calabacín (solapándolas ligeramente para cubrir bien).
  2. Sobre el calabacín, extendemos la mitad del atún desmenuzado y escurrido.
  3. Luego, otra capa de sofrito de tomate.
  4. Espolvoreamos con un poco de queso rallado.
  5. Repetimos: otra capa de calabacín, el resto del atún, y otra capa de sofrito.

Finalmente, cubrimos con la última capa de calabacín y espolvoreamos generosamente con el queso rallado restante. No os preocupéis si no queda perfecto, la belleza de la cocina casera está en su imperfección. Lo importante es que todo quede bien repartido para que cada porción sea un festival de sabor. Esta estructura es la clave para que la lasaña sea jugosa y consistente.

Hornea y disfruta la Lasaña atún

Temperatura y tiempo de cocción

Con nuestra lasaña ya montada y preciosa, es el momento de llevarla al horno. Precalentad el horno a unos 180 grados centígrados con calor arriba y abajo. Introducid la fuente en el horno y dejadla cocinar durante unos 25 a 30 minutos. El tiempo exacto dependerá de vuestro horno y del grosor de vuestros calabacines, así que estad atentas a los olores y a cómo va subiendo el dorado.

Veréis cómo el queso se va fundiendo poco a poco y los bordes empiezan a burbujear. ¡Ese sonido es música para mis oídos! Sabréis que está lista cuando el queso tenga un bonito color dorado y la lasaña esté bien caliente por dentro. A veces, si veo que el queso se dora demasiado rápido, la cubro con un poco de papel de aluminio los últimos 10 minutos.

Consigue un dorado irresistible

Para conseguir ese dorado irresistible que tanto nos gusta en una lasaña, el truco está en los últimos minutos. Una vez que la lasaña esté prácticamente hecha y los calabacines tiernos, podéis subir la temperatura del horno a 200 grados o incluso activar la función de grill durante los últimos 5-7 minutos. Pero ¡ojo!, no os separéis del horno porque el grill puede quemar el queso en un abrir y cerrar de ojos.

A mí me encanta ver cómo se forma esa costra crujiente de queso, es la guinda del pastel. Cuando la saquéis del horno, dejadla reposar unos 5-10 minutos antes de cortarla y servirla. Esto ayuda a que las capas se asienten y no se desmorone al emplatar. La paciencia es una virtud, incluso cuando huele tan bien que te la comerías directamente de la fuente.

Secretos para una Lasaña perfecta

Trucos con el calabacín y el atún

El primer truco, y ya os lo comenté, es precocinar ligeramente el calabacín. Si no lo hacéis, la lasaña soltará mucha agua y quedará aguada. Otro truco con el calabacín: si os sobran puntas o trozos irregulares, no los tiréis. Podéis picarlos y añadirlos al sofrito de tomate, así no desperdiciamos nada y le damos más cuerpo a la salsa. ¡Todo suma!

En cuanto al atún, siempre os recomiendo usar atún en aceite de oliva de buena calidad. Marcará la diferencia en el sabor final. Aseguraos de escurrirlo muy bien antes de incorporarlo para que no aporte un exceso de grasa a nuestra lasaña. A veces, si no tengo atún en aceite, uso el que viene al natural y le añado yo un chorrito de mi mejor aceite de oliva virgen extra. ¡Manías de cocinillas!

Ideas para enriquecer tu receta

Si queréis ir un paso más allá y enriquecer aún más esta deliciosa lasaña, tengo algunas ideas que os encantarán. Por ejemplo, podéis añadir unas hojas de albahaca fresca picada al sofrito de tomate al final de la cocción, le dará un aroma mediterráneo increíble. Otro toque que me gusta es añadir un poco de queso crema o ricotta al sofrito para hacerlo más cremoso, ¡queda de cine!

También podéis probar a espolvorear unas semillas de sésamo tostadas por encima del queso antes de gratinar, le da un toque crujiente y diferente. Y si os apetece darle un punto más picante, una puntita de guindilla al sofrito le sentará de maravilla. La cocina es experimentación, así que no tengáis miedo de jugar con los sabores. ¡Cada lasaña es una nueva aventura!

Variaciones de esta Lasaña atún y calabacín

Añade más verduras a tu plato

Una de las cosas más chulas de esta receta es lo versátil que es. Si os apetece, podéis añadir más verduras al sofrito o incluso crear capas adicionales. Unas rodajas finas de berenjena a la plancha, pimiento rojo asado, o champiñones salteados son opciones fantásticas. Incluso unas espinacas frescas, ligeramente cocidas, pueden intercalarse entre las capas de calabacín y atún. ¡Es una fiesta de color y nutrientes!

A mí me encanta añadirle pimiento verde y zanahoria rallada al sofrito, así le doy un extra de vitaminas y un toque más dulce. Es una forma estupenda de aprovechar esas verduras que a veces se quedan solas en la nevera y no sabes qué hacer con ellas. Recordad que cocinar es también ser creativos con lo que tenemos a mano, como os contamos en nuestros consejos de cocina.

Opciones para distintos tipos de queso

Aunque yo suelo usar mozzarella o emmental por lo bien que gratinan, el mundo del queso es tan amplio que podemos explorar un montón de opciones. Si os gusta un sabor más potente, un poco de queso azul desmenuzado mezclado con el mozzarella le dará un toque sofisticado y atrevido. O si preferís algo más suave, un queso de cabra fresco desmigado antes de hornear también queda muy bien.

Para una versión aún más ligera y con un toque diferente, a veces uso queso feta desmenuzado por encima, que le aporta un punto salado delicioso. Y si queréis un gratinado súper crujiente y aromático, podéis mezclar el queso rallado con un poco de pan rallado y hierbas provenzales antes de espolvorear por encima. ¡Será un éxito asegurado!

Dale un toque picante o aromático

A mí, que me encanta el picante, siempre le doy un pequeño puntito a mis platos. En esta lasaña, podéis añadir una pizca de cayena molida al sofrito de tomate, o incluso unas rodajitas de chile fresco si sois valientes. No hace falta que pique como el fuego, solo un toque que despierte las papilas gustativas y le dé un contraste interesante al resto de sabores.

Si preferís los aromas, unas ramitas de tomillo o romero fresco picado, o incluso un poco de albahaca, le darán un toque muy especial. A veces, antes de servir, espolvoreo un poco de perejil fresco picado por encima para darle un color más vivo y un frescor extra. Recordad que los detalles marcan la diferencia y hacen que vuestras recetas sean únicas, como esta frittata de batata y espinaca.

Conservación de la Lasaña casera

¿Cómo guardar las sobras?

Si por algún milagro os sobran trozos de esta lasaña (cosa que dudo, ¡vuela!), guardarlas es muy sencillo. Dejad que la lasaña se enfríe completamente a temperatura ambiente. Una vez fría, cubrid la fuente con papel film o pasad los trozos a un recipiente hermético. Podéis conservarla en la nevera durante 2 o 3 días sin problema. Es perfecta para llevar al trabajo al día siguiente, ¡y está aún más rica!

Para recalentarla, yo la meto en el microondas unos minutos hasta que esté bien caliente, o la cubro con papel de aluminio y la meto en el horno precalentado a 160 grados durante unos 15-20 minutos. Así el queso no se seca y se mantiene jugosa. Es una de esas comidas que mejoran con el tiempo, como el buen vino o los recuerdos de la infancia. Para más ideas, podéis visitar nuestro Pinterest de DailyRecetas.

¿Se puede preparar con antelación?

¡Absolutamente sí! Esta lasaña es una bendición para el batch cooking o para cuando tenéis invitados y queréis tener algo rico listo de antemano. Podéis montar la lasaña por completo, hasta el punto de espolvorear el queso, y guardarla en la nevera cubierta con film transparente hasta 24 horas antes de hornearla. Así, cuando llegue el momento, solo tendréis que encender el horno y disfrutar.

También se puede congelar. Si queréis congelarla, yo os recomiendo hacerlo una vez montada, pero sin hornear. Cubridla muy bien con film transparente y luego con papel de aluminio, y podrá durar en el congelador hasta 2-3 meses. Cuando queráis cocinarla, pasadla directamente del congelador al horno (tendréis que añadir unos 15-20 minutos extra al tiempo de cocción, y quizá taparla con aluminio al principio para que no se dore demasiado rápido). ¡Así siempre tendréis un as en la manga!

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