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SIN SECRETOS MASA

Martina Ávila

Descubre la SIN SECRETOS MASA perfecta

Qué es esta masa deliciosa

Siempre me ha gustado tener una receta de masa que sirva para casi todo, ¿sabes? Una de esas que te sacan de apuros cuando la nevera no está muy llena o cuando te apetece un capricho rápido. Esta masa “sin secretos” es justo eso: mi comodín en la cocina. Es una base humilde, sencilla, que no te pide ingredientes raros ni técnicas complicadas, pero que te abre un mundo de posibilidades. Desde unas empanadas sabrosas hasta una base para quiche, esta es la masa en la que confío con los ojos cerrados.

Recuerdo cuando empecé a hacerla, allá por mis veintitantos, me parecía magia cómo con solo unos pocos elementos se creaba algo tan versátil. Al principio, claro, hubo sus desastres: alguna vez se me pegó al rodillo, otra me quedó demasiado dura… Pero con cada intento, fui puliendo los detalles hasta llegar a esta versión que hoy te comparto. Es una masa tierna, fácil de trabajar y, lo mejor de todo, con ese sabor casero que tanto nos gusta.

Datos clave de la receta

Para que te hagas una idea rápida de lo que estamos buscando: piensa en una masa que te regale una textura elástica pero a la vez manejable. No queremos algo que se rompa al estirar o que parezca una piedra una vez horneado. Buscamos un equilibrio. El secreto, si es que hay alguno, reside en la calidad de la harina y, por supuesto, en el cariño que le pongas al amasar. ¡Que no te dé pereza!

Esta masa es para ti si buscas practicidad. Puedes tenerla lista en unos 20 minutos de preparación activa, más el tiempo de reposo, claro. Y si eres como yo, que siempre tengo mil cosas en la cabeza, te encantará saber que se congela de maravilla. Así, un día de prisa, solo tienes que sacarla de la nevera y voilá, tienes la base para cualquier improvisación culinaria.

Ingredientes esenciales para tu SIN SECRETOS MASA

Lista completa para empezar

No te asustes, son cosas que seguro ya tienes en la despensa. No hace falta ir al supermercado solo por esta receta. Mira, para mi masa sin secretos, yo suelo usar:

  • 250 gramos de harina de trigo de todo uso (la normalita, vaya)
  • 125 ml de agua tibia
  • 50 gramos de mantequilla fría, cortada en cubitos, o manteca de cerdo
  • 1/2 cucharadita de sal fina

¿Ves? Nada del otro mundo. A veces, si me apetece un toque distinto, le añado una pizca de azúcar, sobre todo si la voy a usar para algo ligeramente dulce, como unos dulces con arándanos. Pero en su versión más pura, esta lista es perfecta.

Elección de la grasa ideal

Aquí es donde viene mi “truquillo” personal. Puedes usar mantequilla, sí, y queda estupenda. Pero si quieres esa textura tan especial, esa que te transporta a la cocina de tu abuela, prueba con manteca de cerdo. Es verdad que suena un poco de otra época, pero te aseguro que marca la diferencia. La masa queda más hojaldrada, más crujiente por fuera y tierna por dentro. Me encanta cómo la manteca le da un sabor más auténtico, más “de pueblo”.

Si optas por mantequilla, asegúrate de que esté bien fría, casi helada. Los cubitos fríos son clave para que al mezclar no se integren del todo con la harina, creando esas pequeñas bolsas de vapor en el horno que dan ese hojaldrado tan deseado. Si la mantequilla está blanda, la masa se quedará apelmazada y no es lo que buscamos con nuestra masa perfecta, ¿verdad?

Elaboración de la SIN SECRETOS MASA paso a paso

Mezcla seca de harina y sal

Empieza en un bol grande, uno de esos que usas para todo. Echa la harina y la sal. Remueve un poco con la mano o con una cuchara de madera, solo para que se mezclen bien. Esta es la base, el lienzo. Si te soy sincera, a veces hasta me gusta hundir la mano en la harina y sentir su suavidad; me calma un montón. Es el primer paso para conectar con lo que vas a crear.

Incorporando la grasa a la masa

Ahora viene el momento de la grasa. Coge los cubitos de mantequilla o manteca bien fría y échalos sobre la harina. Con las puntas de los dedos, o con un cortador de masa si tienes, empieza a “deshacer” la grasa dentro de la harina. Queremos que se formen como migas, trocitos pequeños de grasa recubiertos de harina, no una pasta homogénea. Esta es la clave del hojaldrado, no lo olvides. Yo tardo unos cinco minutos en esta parte, depende de lo concentrada que esté.

Cuando veas que la mezcla parece arena gruesa o guisantes pequeños, es el momento de añadir el agua. Haz un pequeño hueco en el centro y vierte el agua tibia poco a poco. Empieza a integrar con un tenedor o con los dedos, moviendo la harina desde los bordes hacia el centro. Vas a ver cómo empieza a coger forma, como por arte de magia.

Amasado final hasta homogeneidad

Una vez que el agua se ha absorbido y la masa empieza a unirse, pásala a una superficie limpia y ligeramente enharinada. ¡Y a amasar! Pero ojo, no te pases. No queremos desarrollar demasiado el gluten. Amasa suavemente, con las palmas de las manos, empujando y doblando, durante unos 5 a 7 minutos. Busca una masa que sea suave, elástica y que no se pegue a las manos. Si notas que se pega un poquito, añade solo un pelín más de harina, pero muy poco.

Cuando tengas una bola lisa y homogénea, envuélvela en papel film transparente y llévala a la nevera. Este reposo es sagrado. Mínimo 30 minutos, pero si puede ser una hora, mucho mejor. La masa se relaja, los sabores se asientan y, lo más importante, se enfría la grasa, lo que facilita muchísimo el estirado. Es como darle un respiro antes del gran momento.

Cómo estirar y cortar discos

Una vez reposada, saca la masa de la nevera. Espolvorea un poco de harina sobre la encimera y sobre el rodillo. Empieza a estirar la masa desde el centro hacia los bordes, girándola de vez en cuando para que no se pegue y se estire de forma uniforme. El grosor ideal depende de para qué la vayas a usar, pero para empanadas, a mí me gusta dejarla de unos 3 milímetros. Ni muy fina para que se rompa, ni muy gorda para que no sea pesada.

Para cortar los discos, usa un cortador redondo o, si no tienes, un vaso de boca ancha. Gíralo un poco al cortar para que el borde quede bien definido. Los recortes de masa puedes volver a unirlos y estirarlos, pero sin amasar demasiado para no endurecerla. Esta masa sin secretos es bastante indulgente, así que no te agobies si no te salen perfectos a la primera.

Consejos clave para una masa perfecta

Evita amasar en exceso la SIN SECRETOS MASA

Este es el pecado capital de muchos principiantes, y a mí me pasó al principio también. Pensaba que cuanto más amasara, mejor. ¡Error! Con esta masa, amasar de más desarrolla el gluten en exceso, y la masa se vuelve dura y difícil de trabajar. Imagínate morder una empanada que parece chicle… no, gracias. Con los 5-7 minutos que te he dicho, es suficiente para que quede suave y manejable.

El reposo es vital para la masa

Si alguna vez te encuentras con una masa que no hay forma de estirar, que se encoge una y otra vez, casi seguro que es porque no ha reposado lo suficiente. El frío hace que el gluten se relaje y que la grasa se endurezca, facilitando un estirado uniforme y sin resistencia. Es como cuando uno necesita un café por la mañana: la masa también necesita su tiempo para desperezarse y ponerse a punto.

Temperatura ideal del agua tibia

El agua tibia es importante. No fría, porque la grasa tardaría más en integrarse; y no caliente, porque podría derretir la grasa y activar demasiado el gluten. Piensa en una temperatura agradable al tacto, como la del agua del grifo en un día cálido. A mí me gusta calentarla un poquito en el microondas, apenas unos segundos, para que esté justo en su punto.

Personaliza y varía tu SIN SECRETOS MASA

Harina integral para más salud

Si te gusta cuidar un poco más lo que comes, puedes sustituir una parte de la harina blanca por harina integral. No te aconsejo que uses solo integral la primera vez, porque la textura será más densa y la masa te costará más de estirar. Yo suelo empezar por un 50/50, es decir, 125 gramos de harina blanca y 125 gramos de integral. Le da un toque rústico y un sabor más profundo que me encanta, sobre todo para recetas saladas como una lasaña de sartén.

Textura crujiente con buena manteca

Como te decía antes, si quieres una masa realmente crujiente y con un sabor incomparable, la manteca de cerdo es tu aliada. Le da un toque muy particular que la mantequilla, aunque deliciosa, no puede replicar del todo. Es una de esas tradiciones culinarias que vale la pena rescatar. Mi abuela siempre la usaba para sus empanadas y es un sabor que me trae muchísimos recuerdos de la niñez.

Conservación de tu SIN SECRETOS MASA

¿Se puede congelar esta masa?

¡Absolutamente sí! Es una de las grandes ventajas de esta masa. Una vez amasada y envuelta en papel film, puedes meterla directamente en el congelador. Yo suelo dividirla en porciones individuales, así solo descongelo lo que necesito. Te aguanta perfectamente un par de meses. Cuando la vayas a usar, sácala la noche anterior y déjala en la nevera, o a temperatura ambiente durante unas horas si tienes más prisa. Tendrás una masa lista para usar sin esfuerzo.

Es un truco genial para esos días que llego tarde de trabajar y no me apetece ponerme a amasar. Tener mis bolas de masa en la nevera o el congelador me da una tranquilidad enorme. Es como tener un pequeño banco de tiempo ahorrado. Además, no pierde ni un ápice de su calidad ni de su sabor, sigue siendo igual de buena.

Rendimiento y valores aproximados

Cuántas empanadas obtendrás

Con estas cantidades, si usas un cortador de unos 10-12 cm de diámetro, te saldrán entre 10 y 12 discos de masa. Suficiente para una tanda generosa de empanadas individuales, o para una tarta salada grande. Si haces más, puedes congelar los discos ya cortados, poniendo papel de horno entre uno y otro para que no se peguen. Así, cuando quieras una empanada, solo tienes que rellenar y hornear. ¡Una maravilla!

Notas sobre información nutricional (no inventes nuevos).

Sobre la información nutricional, esta masa, como cualquier otra a base de harina y grasa, es una fuente de energía. Contiene carbohidratos complejos de la harina y grasas saludables (si usas mantequilla de buena calidad o manteca). No es la opción más ligera del mundo, pero está pensada para disfrutar de un buen bocado casero. Lo importante es el equilibrio en nuestra alimentación y, por supuesto, el disfrute de cocinar con tus propias manos. Al final, lo que cuenta es el placer de compartir y saborear lo que hacemos.

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