Sopa de col rizada: un plato favorito
Por qué amar esta receta saludable
Hay mañanas en las que uno se levanta con ganas de algo que abrace el alma, ¿verdad? Para mí, esta sopa de col rizada con garbanzos se ha convertido en ese abrazo cálido y reconfortante. Recuerdo que la primera vez que la preparé, era un día gris de otoño y solo buscaba algo sencillo y nutritivo. El aroma que empezó a llenar la cocina fue tan acogedor que supe al instante que se convertiría en un clásico de mi casa. Es de esos platos que te cuidan sin que te des cuenta.
Me encanta porque no solo es una maravilla para el cuerpo, sino también para el espíritu. La sensación de preparar algo tan lleno de color y vida, con ingredientes que sabes que te hacen bien, es pura satisfacción. Y lo mejor de todo es que, a pesar de lo completa que es, se siente ligera, perfecta para esos días en los que queremos comer rico sin sentirnos pesados. Es como un pequeño secreto culinario que me gusta compartir con todos vosotros.
Perfecta para cualquier momento del año
Aunque a menudo la asociamos con el frío, esta sopa tiene la magia de adaptarse a cualquier estación. En invierno, es el refugio ideal para entrar en calor después de un paseo, y en primavera o verano, la sirvo un poco menos caliente, como una cena ligera que no te quita energía. Es curioso cómo un mismo plato puede sentirse tan diferente según el momento, ¿no creéis? A veces, incluso la preparo para llevar a un picnic si el tiempo acompaña.
Para mí, es como una buena amiga que siempre está ahí, fiel y versátil. La he preparado en días de celebración y en tardes tranquilas de domingo, siempre con el mismo éxito. De hecho, en DailyRecetas nos encanta esta filosofía de platos que nos acompañan siempre. Si os apetece explorar más ideas versátiles, quizás os interese nuestra guía de tortitas de verduras, que también son un acierto seguro para cualquier día.
Tiempos y raciones de tu sopa
Prepara en pocos minutos con facilidad
Al principio, cuando todavía estaba probando y ajustando la receta, tardaba un poco más, unos 45 minutos. Pero, creedme, con la práctica y un poco de maña, ahora la preparo en apenas 30 minutos desde que saco los ingredientes de la nevera. Es increíble cómo se gana tiempo cuando uno ya conoce los pasos de memoria. Me encanta poner una lista de música animada y dejarme llevar por el ritmo mientras pico las verduras, ¡así el tiempo vuela!
Es una de esas recetas ideales para cuando llegas a casa con poco tiempo, pero con muchas ganas de comer algo rico y casero. No requiere de grandes complicaciones ni de técnicas difíciles, así que es perfecta incluso si eres un cocinero principiante. A veces la dejo medio hecha por la mañana, y cuando volvemos, solo hay que darle un último hervor. ¡Es un verdadero salvavidas en días ajetreados!
Cuatro porciones generosas para disfrutar
Con las cantidades que os daré, esta sopa rinde para unas cuatro raciones bien generosas. Es perfecta para una comida familiar, o si sois menos en casa, tendréis para dos días, que es una maravilla. Siempre me gusta preparar un poco de más, porque los sabores de esta sopa se asientan y mejoran al día siguiente. No sé si os pasa a vosotros, pero a mí las sopas y los guisos me parecen aún más ricos cuando han reposado un poco.
Cuando la hago, siempre pienso en las sonrisas que provocará. Es un plato que invita a compartir, a sentarse alrededor de la mesa y disfrutar de un momento de calma. Y si sobra un poco, ¡no hay problema! La guardo en un táper y la llevo al trabajo al día siguiente, es un almuerzo de lo más apañado y nutritivo. ¡Así no se desperdicia nada y seguimos disfrutando de sus bondades!
Ingredientes clave de la sopa
La lista completa de lo que necesitas
Aquí tenéis la lista de lo que vais a necesitar. Veréis que son ingredientes sencillos, de los que encontramos en cualquier mercado, pero que juntos crean una sinfonía de sabor. Os animo a ir a la verdulería y elegir los más frescos, la diferencia es abismal. ¡Veréis qué fácil es montarlo todo!
- 2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
- 1 cebolla grande, picada fina
- 2 zanahorias medianas, peladas y picadas
- 2 tallos de apio, picados
- 3 dientes de ajo, picados o laminados
- 1 cucharadita de comino molido
- 200 gramos de col rizada (kale), sin tallos y picada
- 400 gramos de garbanzos cocidos (de bote, lavados y escurridos)
- 1 litro de caldo de verduras (casero, si es posible, si no, uno de buena calidad)
- Sal y pimienta negra recién molida al gusto
- Un chorrito de zumo de limón o vinagre de manzana (opcional, para el final)
Cómo elegir la mejor col rizada
Cuando voy a comprar col rizada, me fijo siempre en que las hojas estén bien verdes, vivas, y con un aspecto crujiente. Si están amarillentas o blandas, mejor dejarlas. A mí me gusta la variedad rizada, que es la más común, pero si encontráis la col lacinato (o kale toscano), ¡aprovechad! Esa también es una maravilla, con un sabor un poco más suave y unas hojas preciosas.
Un truco que aprendí hace tiempo es masajear un poco las hojas de la col rizada con un chorrito de aceite de oliva y sal antes de añadirla a la sopa. Esto ayuda a ablandarla un poco y a que su sabor se integre mejor sin que quede demasiado fuerte o fibrosa. Es un pequeño gesto que marca la diferencia, de verdad. ¡Probadlo y me contáis!
Cómo hacer tu sopa de garbanzos
Calienta aceite, sofríe las verduras base
Empezamos, como casi siempre en mi cocina, con un buen sofrito. Calienta el aceite de oliva en una cazuela grande a fuego medio. Cuando esté brillante, añade la cebolla, las zanahorias y el apio. Este trío es la base de sabor de muchísimas recetas, y no es casualidad. Siempre digo que un buen sofrito es el alma de un plato, y si huele bien desde el principio, sé que todo lo demás irá sobre ruedas.
Cocina estas verduras con cariño, removiendo de vez en cuando, hasta que estén tiernas y la cebolla transparente. Esto suele llevar unos 8-10 minutos. No tengáis prisa, dejad que los sabores se desarrollen poco a poco. Es un momento de calma en la cocina, donde los aromas empiezan a contarnos la historia del plato que vamos a disfrutar.
Incorpora ajo, comino y col rizada
Ahora es el momento de añadir el ajo picado. Lo incorporo y lo dejo cocinar solo un minuto, hasta que empiece a desprender ese perfume tan característico que a mí me vuelve loca. Cuidado de que no se dore demasiado, porque podría amargar. Justo después, añado el comino molido; lo esparzo por encima de las verduras y lo remuevo para que se tueste ligeramente y libere todos sus aceites esenciales. ¡Ese aroma es inconfundible!
Acto seguido, es el turno de la col rizada. Si la habéis masajado un poco, genial, si no, no pasa nada. La añado a la cazuela por tandas si es mucha cantidad, y la voy removiendo hasta que se ablande y reduzca su volumen. Parece que es un montón al principio, pero veréis cómo en unos minutos se reduce a una cantidad manejable. Es mágico ver cómo cambia su textura y color.
Añade garbanzos y el caldo de verduras
Con la col rizada ya tierna, incorporo los garbanzos cocidos. Yo suelo usar los de bote, por pura comodidad, pero si tenéis garbanzos cocidos en casa, ¡mucho mejor! Los lavo bien bajo el grifo y los escurro antes de echarlos a la cazuela, para quitarles ese saborcillo a conservante. Los remuevo para que se mezclen con el resto de las verduras y absorban bien todos los sabores.
Por último, vierto el caldo de verduras. Si tengo caldo casero, lo uso sin dudar, porque el sabor es inigualable. Pero un buen caldo de brick también hace el apaño. Siempre intento que sea uno bajo en sal para poder ajustarla yo a mi gusto al final. Remuevo todo una última vez, me aseguro de que todos los ingredientes estén sumergidos y dejamos que la magia continúe.
Cocina la sopa de col rizada
Lleva a ebullición, baja el fuego
Una vez que todos los ingredientes están en la cazuela y el caldo ha cubierto las verduras, subo un poco el fuego hasta que la sopa rompa a hervir. No os despistéis mucho, en cuanto veáis las primeras burbujas grandes, bajo el fuego a una potencia media-baja. La idea es que la sopa hierva suavemente, con ese borboteo tranquilo que a mí me transmite tanta paz.
Tapamos la cazuela y dejamos que cueza a fuego lento durante unos 15-20 minutos. Este tiempo es clave para que todos los sabores se mezclen y se integren a la perfección, y para que la col rizada termine de cocinarse y quede bien tierna. Es como una pequeña meditación culinaria, donde solo escuchas el suave sonido de la sopa y el aroma que inunda tu cocina.
Sazona a tu gusto con sal y pimienta
Pasado este tiempo, llego al momento crucial: probar y ajustar el sazón. Retiro la tapa y cojo una cucharadita de sopa, la soplo con cuidado y pruebo. Es importante hacerlo siempre, porque no hay dos caldos iguales ni dos paladares idénticos. Añade sal y pimienta negra recién molida al gusto, poco a poco, hasta que esté perfecta para ti.
Aquí es donde entra el toque final, que a mí me encanta. Si te gusta un punto de acidez que realce los sabores, añade un chorrito de zumo de limón o vinagre de manzana justo antes de servir. Una vez, por un descuido, sentí que la sopa le faltaba “algo”, y ese chorrito de limón la salvó por completo. Realza todos los matices y le da una chispa increíble. ¡Confía en vuestro instinto!
Ideas para personalizar tu sopa
Otras verduras que puedes añadir fácilmente
Lo bueno de esta sopa es que es increíblemente versátil. Si tienes otras verduras por la nevera que necesitan gastarse, ¡adelante! Un puñado de espinacas frescas al final, unas rodajas de calabacín, o incluso unos trozos de patata, que se cocerán junto con la sopa y le darán una textura más espesa. La he probado con boniato y también queda riquísima, con un punto dulzón que me sorprendió gratamente.
También puedes añadir otras legumbres si te apetece. Lentejas, alubias blancas… cualquiera le iría bien y aumentaría la riqueza del plato. Siempre intento recordar que la cocina es un lienzo en blanco para la creatividad, y estas bases nos permiten jugar y adaptar los platos a lo que tenemos y a lo que nos apetece en cada momento. ¡Es una de las cosas que más me gusta de cocinar!
Un toque picante para los más atrevidos
Si eres de los míos y disfrutas con un punto de alegría en la comida, esta sopa se presta de maravilla a un toque picante. Puedes añadir una pizca de guindilla en polvo junto con el comino, o un trocito de chile fresco bien picado mientras sofríes las verduras. Otra opción es un chorrito de salsa picante al servir, para que cada comensal se sirva a su gusto.
A mí me encanta poner unas escamas de chile seco por encima justo antes de llevarla a la mesa. Le da un contraste precioso al verde de la col rizada y un cosquilleo en el paladar que la hace aún más interesante. Pero, por supuesto, esto es completamente opcional. La sopa es deliciosa tal cual, pero si os atrevéis, ¡no os arrepentiréis de darle ese extra de carácter!
Conservar la sopa de col rizada
Guarda la sopa en la nevera por días
Si te sobra sopa (que espero que sí, porque es un tesoro), la puedes guardar sin problema en la nevera. Una vez que se haya enfriado por completo, la paso a recipientes herméticos, de esos que no dejan escapar ni una gota de sabor. Así, puedo tener raciones listas para los días siguientes sin tener que encender los fogones de nuevo. Es una comodidad que valoro muchísimo en mi día a día.
Aguanta perfectamente en la nevera durante 3 o 4 días, incluso a veces un poco más. Los sabores, como os decía, suelen intensificarse, y la sopa adquiere una profundidad aún mayor. Solo tienes que calentarla en un cazo a fuego suave o en el microondas, y volverá a estar como recién hecha. Es como tener un plato reconfortante siempre esperándote.
Disfruta sus sabores varios días seguidos
A veces, cuando tengo una semana ajetreada por delante, preparo una olla grande de esta sopa el domingo y así tengo comidas resueltas para varios días. Es una forma inteligente de organizarse y asegurarse de que siempre tendremos algo nutritivo y casero a mano, sin caer en la tentación de pedir comida rápida. Y la verdad es que cada día la disfruto igual, no me cansa.
Incluso la he congelado alguna vez en porciones individuales, y funciona de maravilla. Solo hay que descongelarla en la nevera la noche anterior o directamente calentarla a fuego bajo. Así que ya sabéis, no tengáis miedo de hacer una buena cantidad; vuestro yo del futuro os lo agradecerá. Para más ideas sobre cómo organizar vuestras comidas, os invito a explorar la categoría de consejos en DailyRecetas, siempre hay algo nuevo que aprender.
Sopa de col rizada: nutritiva y deliciosa
Sus grandes beneficios para tu salud
Esta sopa no es solo deliciosa, es una auténtica campeona nutricional, de verdad. La col rizada es una de esas verduras de hoja verde que está cargadita de vitaminas, minerales y antioxidantes. Sientes que le estás dando un buen empujón a tu cuerpo con cada cucharada. Y los garbanzos, ¡qué decir! Son una fuente fantástica de proteínas vegetales y fibra, lo que nos ayuda a sentirnos saciados y a mantener una buena digestión. Es una combinación ganadora.
Cuando la como, siento que me estoy cuidando de verdad, sin renunciar al sabor. Es de esas recetas que te dan energía, te hacen sentir ligero y con ganas de comerte el mundo. Y eso, para mí, es invaluable. Es una manera sencilla y rica de incluir más verduras y legumbres en nuestra dieta, ¡algo que siempre viene bien!
Un plato completo para toda la familia
En casa, esta sopa es un éxito rotundo. Incluso los más pequeños, a veces reticentes con las verduras, se la comen sin rechistar, quizás por su color vibrante y su sabor suave pero lleno de matices. Es un plato que une a todos alrededor de la mesa, un momento de calma y disfrute compartido. Me encanta ver cómo cada uno le da su toque personal, ya sea un poco más de pimienta o un chorrito extra de limón.
Es un plato completo por sí solo, pero si queréis, podéis acompañarla de un buen trozo de pan de pueblo con un poco de aceite de oliva, o unos picatostes caseros. Y para los que quieren profundizar en la búsqueda de más recetas saludables y reconfortantes, siempre pueden visitar nuestro Pinterest de DailyRecetas para más inspiración. Cada vez que la preparo, recuerdo por qué cocinar me calma tanto y me conecta con las personas que más quiero.





